miércoles, 26 de agosto de 2009

EL ESTILO

¿Qué es el estilo?
El estilo es la manera propia de cada uno de expresar sus pensamientos por la escritura o la palabra.
Es la marca personal del talento.
Cuanto más original es el estilo, más personal es el talento. El estilo es la expresión, el arte de la forma, que hace sensibles nuestras ideas y nuestros sentimientos; es el medio de comunicación entre los espíritus.
No es solamente el don de expresar nuestros sentimientos; es también el arte de sacarlos de la nada, de hacerlos nacer, el arte de fecundarlos y de hacerlos salientes.
El estilo comprende el fondo y la forma.
Es necesario convencerse de que las cosas que decimos no impresionan más que por el modo de decirlas. En términos generales, todos pensamos, poco más o menos, las mismas cosas. La diferencia radica en la expresión y en el estilo. Eleva lo común; halla nuevos aspectos en lo vulgar; engrandece lo sencillo; fortifica lo débil.
Escribir bien es, a la vez, pensar bien, sentir bien y rendir bien.
El estilo es el arte de apreciar el valor de las palabras y las relaciones de éstas entre sí.
Las ideas simples que representan las palabras del diccionario no bastan para formar un escritor. El que conozca todas esas palabras, puede, sin embargo, ser incapaz de trazar una frase, porque el talento no consiste en utilizar secamente las palabras, sino en descubrir los matices, las imágenes, las sensaciones que resultan de sus combinaciones.
El estilo es, pues, una creación de forma por las ideas y una creación de ideas por la forma. El escritor crea hasta palabras para indicar una relación nueva. El estilo es una creación perpetua; creación de arreglos, de giros, de tono, de expresiones, de palabras y de imágenes.
Cuanto más sensible es esa creación en la lectura, mejor es el escritor.
Entonces, el estilo es la manera que cada uno tiene de crear expresiones para manifestar su pensamiento.
Puede ser largo, corto, coloreado, seco, abundante, vivo, periódico según los temperamentos.
Es difuso, pálido, incoloro, cobarde, en los malos escritores; conciso, nervioso, con relieve, en los buenos.
Es tan completa la unión entre el carácter y el estilo de una persona, que por eso ha podido decirse con razón esta verdad: el estilo es el hombre.
La vivacidad de las palabras, la energía de las concepciones, los mismos giros de la conversación hablada, la originalidad de la imaginación, todo eso se pinta exactamente en el estilo de un hombre.
El estilo es el reflejo del corazón, del cerebro y del carácter.
Saber muchas cosas no enseña a ser buen escritor; el estilo es independiente de la erudición. Por eso, al decir que es necesario leer mucho para ser capaz de escribir, se supone, bien entendido, que se tienen aptitudes para el estilo, por lo menos una mediana vocación y un gusto determinado.
Sin eso, ni la erudición más inmensa hará encontrar un giro de frase. Hay hombres muy sabios que nunca serán escritores, y hay escritores brillantes que no saben gran cosa. El saber y el arte de escribir son cosas distintas, que no van siempre juntas.
Resumiendo: El estilo es el esfuerzo por el cual la inteligencia y la imaginación encuentran matices, giros, expresiones e imágenes, en las ideas y en las palabras o en la relación que tienen entre ellas.
Hay en este trabajo del estilo (y es un trabajo considerable) una parte que es el orden, el arreglo, la corrección, la ordenación, las proporciones, el equilibrio, la preparación de todas las piezas de ese tablero de ajedrez que se llama una frase, una página, un capítulo.
Hay también otra parte que es el movimiento, la creación de palabras, de imágenes, su combinación, lo que produce la intensidad, el efecto, la energía, el golpe de luz, el relieve.
Hasta en la parte arreglo, el arte de colocar las palabras, de combinar las frases es también una creación.
El sabor de esta creación múltiple se evapora con frecuencia en una traducción, precisamente porque constituye la esencia del estilo.
El cuidado de la forma es lo primero que debe preocupar a los que tienen gusto en escribir, pues ella comprende también al fondo, y es la que da valor a una obra.
No existe obra maestra sin una forma cuidada, y una obra mal escrita no puede vivir, por la razón de que no hay una mala que haya alcanzado hasta estos tiempos.
El fondo y la forma se corresponden,
Don Quijote, que es un modelo de obra viva, es, también, un modelo de estilo, un modelo de perfección escrita, por lo que lo hace único en su género en España.

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