domingo, 14 de abril de 2013

ESTROFAS ENLAZADAS



SEXTILLA ENLAZADA

La sextilla enlazada se encuentra en la mayor parte de los pasos y entremeses comprendidos en “La Turiana” de Juan de Timoneda, en la epístola cuarta de la “Propalladia” de Bartolomé de Torres Naharro y es la estrofa más utilizada por Bartolomé Palau en la “Victoria de Cristo”.
Asimismo, en sextillas enlazadas aparecen compuestas la “Farsa del Sacramento”, la del “Pueblo gentil”, la de “Moselina”, y el auto de “La muerte de Abel”, en la Colección de Autos, Farsas y Coloquios del siglo XVI del traductor e hispanista francés Léo Rouanet.
La estrofa consta de seis versos: el primero, rima con el último de la estrofa anterior; el segundo, es de pie quebrado, tetrasílabo, y rima con el tercero; los versos cuarto y quinto riman entre sí formando un pareado; el sexto, rima en consonancia con los versos segundo y tercero.
Salvo el segundo verso, los demás son octosílabos.
En su composición las sextillas son precedidas por una redondilla de la cual arranca la rima inicial de la primera estrofa: abba–accddc–ceeffe–egghhg, etc.
La sextilla enlazada tiene la ventaja de dar a la versificación un movimiento flexible y ágil.


VICTORIA DE CRISTO
PARTE PRIMERA  (fragmento)
Bartolomé Palau

EVA: Oye, Adán, mi buen marido.
ADÁN: ¿Qué me quieres? Di, mujer.
EVA: Hazerte, hermano, saber
lo que a mí me ha acontecido.
Tú sabrás que yo he comido
y he gustado
de aquel fruto sublimado
que nos vedó el criador.
ADÁN: Tú has hecho grande error
en quebrantar su mandado.
EVA: ¡O! Que es muy azucarado
y sabroso,
a la vista muy hermoso.
vamos allá, verlos has.
Si te agrada, comerás;
no seas tan sospechoso;
que si Dios muy poderoso,
con su poder
nos mandó dél no comer
so pena que moriremos,
házelo porque seremos
como dioses en saber.
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VUESTRO GESTO
Alberto E. Salas

Mi señora de pasión,
por completo me lacera
vuestra súbita manera
de tratarme el corazón.

Ni me dais explicación
o motivo
que me encuentro pensativo
sin que pueda resolverlo,
¡si por sólo comprenderlo
en el día me desvivo!

Vuestro gesto despectivo
me entristece
que por dentro hasta me crece
el deseo de mi llanto
derramar por el quebranto
que mi espíritu padece.

Mi señora, resplandece
como luna
vuestra cara que ninguna
eclipsarla os la pudiera
mas ahora quien la viera
¡ni probara su fortuna!

Devolvedme y oportuna,
mi señora,
vuestra vista encantadora;
concededme en su mirada
la fulgencia apasionada
¡que al miraros enamora!




SEPTILLA ENLAZADA

Del mismo modo que la sextilla, la septilla enlazada rima su primer verso con el último de la estrofa anterior; y hace que el segundo verso, quebrado, sea consonante del siguiente; el cuarto verso tiene otra rima que se repite con el séptimo; los versos quinto y sexto se unen a la consonancia del segundo y tercero.
Salvo el segundo verso, los demás son octosílabos.
La composición se inicia con una quintilla que sirve de punto de partida al primer enlace: abaab–bccdccd–deefeef–fgghggh, etc.
Figura la septilla enlazada en varias de las poesías llamadas capítulos y lamentaciones de amor en la "Propalladia" de Bartolomé de Torres Naharro y en los entremeses de Sebastián de Horozco.


LAMENTACIONES DE AMOR
LAMENTACIÓN  I  (fragmento)
Bartolomé de Torres Naharro

Resuenen mis alaridos,
descojamos sus entenas,
las gentes presten oídos
a los llantos y gemidos
engendrados de mis penas.

Porqu’el mar con sus arenas
y pescados,
la tierra con sus ganados,
y el cielo con las estrellas,
todos estos bien contados,
son al doble mis cuidados
y dobladas mis querellas.

Mas porque duren con ellas
mis porfías,
quiero dexar en mis días
los encuentros d’esta lid
escritos por manos mías,
cantados por Jeremías
y tañidos por David.

Pues, amadores, sentid
sin tardar;
aprended a bien amar
estudiando mis lecciones;
y en el medio del penar,
si quisierdes descansar,
recorred a mis pasiones.

Ensanchad los corazones
con mil mañas,
hazed las vidas extrañas,
substentadlas de dolor;
y por crecer las hazañas,
poned fuego a las entrañas
en sacrificio de amor.

Que yo, de buen amador,
con razón
hize un fuego de afección
que con los ojos se atiza;
y el alma y el corazón
están ya hechos carbón,
y las entrañas ceniza.


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TU SEMBLANTE
Alberto E. Salas

Cuando miro tu semblante
me parece que ninguna
superara dominante
su mirada fulgurante,
su claror como de luna.

Tu semblante mancomuna
las pasiones
que al mirarte corazones
encontraran su sosiego,
y por más que precauciones
en tu ayuda confecciones
¡te buscara incluso el ciego!

A su vista me doblego
sin dudarlo
que tan sólo por mirarlo
mi existir entregaría,
¡pues el verlo es condenarlo
y sin más sacrificarlo
a la máxima alegría!

Tu semblante poesía
y pintura
en su imagen asegura
lo magnífico del arte,
¡ojalá que mi escritura
por completo tu hermosura
consiguiera retratarte!

Para in sécula adorarte
hasta anhelo
porque al verte bajo el cielo
me pareces lo mejor.
Tu semblante sin gemelo
como joya en terciopelo
¡sobresale de fulgor!









-Sherrinford-










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