miércoles, 9 de diciembre de 2009

LA CANCIÓN EN ESTANCIAS, PETRARQUISTA O SIMPLEMENTE CANCIÓN


Esta composición lirica de origen italiano (por lo que también se la suele llamar canción italiana), y tema por lo general amoroso que empezó a utilizarse en el Renacimiento español, consta de una serie de estrofas semejantes que combinan versos de siete y once sílabas con la misma disposición métrica, llamadas estancias (del italiano stanze). La composición se remata con un corto envío o vuelta de cuatro versos. Cada estancia consta de dos partes engarzadas por un verso de enlace, eslabón o llave que sirve para unir la primera parte o fronte (con dos pies, abC abC) y la segunda parte, llamada sírima o “coda” (dee DfF). El poeta español Garcilaso de la Vega introdujo esta forma poética en la literatura castellana y le siguieron poetas como Diego Hurtado de Mendoza, Gutiérrez de Cetina, Hernando de Acuña y Francisco de Aldana, no dejándose de usarse desde entonces.


Con un manso rüido
de agua corriente y clara
cerca el Danubio una isla que pudiera
ser lugar escogido
para que descansara
quien, como estoy yo agora, no estuviera:
do siempre primavera
parece en la verdura
sembrada de las flores;
hacen los ruiseñores
renovar el placer o la tristura
con sus blandas querellas,
que nunca, día ni noche, cesan de ellas.
(Garcilaso de la Vega, Canción III)



Un tipo especial lo constituye la canción leopardina, llamada así en honor de su primer cultivador, el poeta del Romanticismo italiano Giacomo Leopardi (1798–1837). Ahora, si bien las estancias tienen la misma cantidad de versos, en ella la distribución de las rimas es libre y distinta una de otra, difiriendo también la proporción de heptasílabos y endecasílabos y no existiendo además verso de enlace.




Mantén eterna, Dios, en mi la lucha
por la íntima paz de la conciencia;
mira, Señor, que es mucha
el ansia de vivir de que padezco,
y todo me estremezco
sólo al pensar hallarme en tu presencia.
Porque, Señor, el verte –Tu mismo lo dijiste–
es paz, es muerte,
y yo quiero esperar, luchar, vivir;
que el vencer es lo triste
¡porque es morir!

Dame, Señor, eterna la esperanza,
que eternamente espere,
que quien llega a la paz tan solo alcanza
la del que muere.
Lucha, lucha sin fin, continuo anhelo,
y cuanto más se sube,
ver que se alegra y que se ensancha el cielo,
que es sólo nube;
nube tan sólo, de tu rostro velo,
para que el alma que luchando espera,
venciendo no se muera.
(…)


José Domínguez Caparrós señala que en este fragmento del poema “Si vis pacem, age bellum”, Unamuno se aproxima a lo que es una canción leopardina, aunque haya algún verso pentasílabo.





6 comentarios:

  1. ¡Qué útil!
    Muchas gracias por la información, y por lo bien ordenada que está.

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    1. Hola, Paula.

      Gracias por el comentario que dejaste oportunamente, pero esta información puedes hallarla también en muchos sitios de la web, entre ellos la Enciclopedia Universal Academic.
      Saludos cordiales.

      –Sherrinford–

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  2. Respuestas
    1. Hola, Anónimo.

      Gracias por el comentario que dejas.
      Saludos cordiales.

      –Sherrinford–

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  3. Vaya por delante mi agradecimiento por esta encomiable y didáctica página. Sólo señalo un error métrico en el cuarto verso de la canción de Garcilaso: "...ser (el) lugar escogido". El original reza (Centro Virtual Cervantes): "... ser lugar escogido". Es decir, sobra la sílaba "el", que al convertirlo en octosílabo rompe el encaje métrico.

    Un cordial saludo

    Manuel González Guerrero

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    1. Manuel González Guerrero:

      Le doy el agradecimiento en nombre de EL SANTO por esta corrección que le acerca.
      Reciba sus cordiales saludos.

      SHERRINFORD-

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