martes, 3 de septiembre de 2013

SONETO LAVERDAICO Y SONETO SÁFICO–LAVERDAICO


La estrofa laverdaica

El escritor y poeta español Gumersindo Laverde y Ruiz (183590), creador del eneasílabo que lleva su nombre, elaboró con él dos modalidades estróficas que reciben la denominación común de «estrofa laverdaica».
Se trata en realidad de una composición que puede conformarse por tres o cuatro eneasílabos acentuados en segunda, sexta y octava silabas, y un pentasílabo adónico final.
En cuanto a su rima, es consonante y alterna.



El soneto laverdaico

Basándose en la primera modalidad de la estrofa laverdaica y siguiendo el modelo inglés del soneto sáfico, el poeta Luis Estoico presenta el 29 de julio de 2013 lo que da en llamar «soneto  laverdaico».


Te quiero

En versos laverdaicos digo:
Te quiero con el alma entera,
y más expresaré: contigo
¡siempre estuviera!

Pues eres la mujer soñada,
la diosa de mi otoño en flor,
la bella que me inspira, el hada
¡plena de amor!

Tan sólo a tu costado siento
que puedo hasta la nube asir,
andar por el azul contento
¡nunca partir!

Te digo que te quiero toda
¡en esta laverdaica coda!



Como Romeo y Julieta
23/08/2013

Tu vista al contemplarme expone
la angustia que en tu pecho anida,
angustia que a los dos impone
¡áspera vida!

Romeo y su Julieta amada
sufrieron nuestra misma suerte,
mas nunca les detuvo nada
¡menos la muerte!

Amémonos sin más, mi rosa,
vivamos nuestro gran amor,
que siempre ante la gente ociosa
¡es superior!

Arráncate la angustia y sella
¡mis labios con tus labios, Bella!



El soneto sáficolaverdaico

Se debe también a don Gumersindo Laverde y Ruiz la elaboración de tres versos sáficos seguidos de un eneasílabo laverdaico.
Luis Estoico aplica esta modalidad y manteniendo la estructuración alternada para la rima de los cuartetos, pero quedando al arbitrio del poeta la disposición rimática puesto que los metros usados no distan mucho entre sí, presenta el 01 de agosto de 2013 lo que llama «soneto  sáficolaverdaico».


Cintia pálida y fría

Pálida y fría por el cielo cruza
Cintia en su carro de brillante plata,
todo a su paso, hasta cualquier menuza,
conviértese en estrella nata.

Verla luciente y tan hermosa epata,
todas las almas de pasión aguza,
Diosa que al niño flechador empata
¡y el récord a Cupido azuza!

Tiene la gracia y otrosí carisma,
tiénelo todo la deidad que esplende,
tiénelo todo, pero algo abisma
el centro en que su luz se prende.

Ella que amores en el mundo enciende
¡nunca los halla para ella misma!




Algo a tener en cuenta en esta propuesta poética es que los dos versos con que concluye la composición pueden disponerse en pareados.
Por ende, las posibilidades rítmicas pueden ser:
ABAB–ABAB–CDCD–DC
ABAB–ABAB–CDCD–EE
ABAB–BCBC–CDCD–DC
ABAB–BCBC–CDCD–EE
ABAB–CDCD–EFEF–FE
ABAB–CDCD–EFEF–GG,
etc.




Ahora veamos una composición donde Luis Estoico conjunta los sonetos sáfico, sáficoadónico y laverdaico:


Tríptico del dolor
08/08/2013


I

Sólo al mirarte tu dolor advierto,
sé lo que sientes mas ni dices nada,
sola te abismas en su mar incierto,
¡sola y callada!

Siempre contigo me tuviste, amiga,
sabes que cuentas con mi apoyo dado,
soy el que nunca su amistad desliga,
¡siempre a tu lado!

Sufres y mucho, mas nonada expresas,
nave sin velas en el mar te expones,
mar de lo triste… y en sus aguas presas
¡dos ilusiones!

Sufres por alguien que conozco bien…
¡Duéleme verlo padecer también!


II

Duéleme verte padecer también,
eres mi amigo, por lo tanto escucha:
no te derrumbes y por ella ten
¡el alma levantada en lucha!

Pero primero su indulgencia ruega,
ponte de hinojos y tu orgullo vence,
bríndale besos, tu pasión despliega,
¡con frases del amor convence!

Sólo te pido que jamás tan triste,
sola y callada la volviera a ver,
siempre a su lado permanece y viste
¡por íntegro de paz su ser!

¡Haz que se sienta tan feliz contigo…!
¡Ámala mucho, mi estimado amigo…!


III

Y yo me quedaré mirando
así como el que mira fotos,
mirar de quienes van quedando
¡solos e ignotos!

Mi amiga seguirá su senda,
tendrá felicidad, calor…
Jamás con lucidez comprenda
¡sufro de amor!

Si vivo y viviré fingiendo
por ella, por su propio bien,
sonrío y a la vez sonriendo
¡muero también!

Que sea venturosa imploro
¡ni importe si después la lloro!




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