domingo, 5 de mayo de 2013

TENTATIVAS ESTRÓFICAS II



Siguiendo con las estrofas que no tuvieron eco o simplemente fueron ocasionales, veamos a continuación las siguientes:



1) La estancia de Arriaza.

En su poema “Recuerdos de amor” el poeta español Juan Bautista Arriaza (17701837) empleó una estancia que fue bien recibida en su momento por lo proporcionado y novedoso que resultaba, y cuyo esquema era la siguiente: ABBAaccDEDE.

Suave sería el labio de mi musa
modular solitario sus congojas,
al son del agua y silbo de las hojas
de selva y río en variedad confusa;
tal vez allí la ilusa
copia de mis pesares,
en tan nuevos cantares
sanara que envidioso a mis recreos
el ruiseñor, en circulares giros
bajara y repitiera entre gorjeos
lo que yo le cantara entre suspiros.

La vi deidad, y me postré a adorarla,
y por volver el ídolo benigno,
la prosa olvido, y me dedico a hablarla
en el lenguaje de los dioses digno.
De entonces fue mi signo
pintar en mis canciones
sus dulces perfecciones;
¡y cuánto, oh cielos, su beldad me humilla!
que es a su lado mi elocuencia parca.
Un hilo de agua que en el campo brilla,
y el ancho mar que casi el mundo abarca.

Hijos mis versos, Silvia, de tus ojos,
cuando mi amor mirabas indecisa,
tras de mil que engendraron tus enojos
volaron mil nacidos de tu risa;
Oh, cómo se divisa
en unos aquel frío
de tu ingrato desvío,
y en otros un calor que al mismo exceda
con que el torno del eje diamantino
la gran masa del sol rápido rueda,
ardiendo en fervoroso remolino! (…)



2) La combinación de cuarteta y seguidilla de Sor Juana Inés de la Cruz.

La insigne Sor Juana Inés de la Cruz (165195) produjo distintos ensayos sobre el molde métrico de la seguidilla. He aquí uno donde la combina con la cuarteta en forma arromanzada:  888875, en el “Neptuno Alegórico”.

Un áspid al blanco pecho
aplica, amante, Cleopatra.
¡Oh, qué excusado era el áspid
adonde el amor estaba!
¡Ay qué lástima, ay Dios!
¡Ay, qué desgracia! (…)

El seno ofrece al veneno
la valerosa Gitana,
que no siente herir el cuerpo
la que tiene herida el alma;
que en quien lo más perece,
lo menos falta.

Amor y valor imita,
pero mejora la causa,
Catarina, para que sea
la imitación con ventaja:
que quien por Cristo muere,
la vida alarga."



3) La copla con seguidilla de Marchante.

El poeta y dramaturgo español Manuel León Marchante (16251701) utiliza una estrofa de once versos combinando una copla con la seguidilla:

Con mucha pena un letrado
llevó un proceso a la Audiencia,
y le midieron las causas
hasta quitarle la pera.
Venda a texto por barba
de hoy mas su ciencia,
y abogar no camine
si no es por tierra:
de esto no exceda.
Vaya, pues, con la barba,
mire que espera.



4) La octavilla de Marchante.

El mismo Manuel de León Marchante en sus “Coplas” se vale de una estrofa de ocho versos de los cuales los primeros cuatro son octosílabos y los restantes tetrasílabos: 88884444.
Lo interesante de esta octavilla es que la proporción tetrasilábica está conformada por las segundas mitades de los versos octosílabos.

De los cielos hoy se llama
a la tierra a un alto empleo,
tan superior, que está a todos,
si le logran, de los cielos.
Hoy se llama
a un alto empleo,
que esta a todos
de los cielos.(…)

Mayor será quien se mira
en sí mismo con desprecio,
pues sabe el que más alcanza,
que sube más, por lo menos.
Quien se mira
con desprecio,
más alcanza
por lo menos.



5) La septilla dactílica de Manuel Paso y Cano.

Un intento de estrofa de siete versos, con simple asonancia, pero con variedad de metros armoniosamente combinados en su ritmo dactílico, fue realizado por el periodista y poeta español Manuel Paso y Cano ( 18641901) en su poema “Nieblas”:

Ya pronto anochece;
qué triste está el cielo.
El aire cimbrea
los álamos secos.
Ya hay nieve en la cumbre del monte;
la luna amarilla
se refleja en los campos abiertos.



6) El ovillejo de Unamuno.

En su “Romancero del destierro” el notable humanista y escritor español don Miguel de Unamuno (18641936) ensaya un ovillejo introduciendo como novedad el endecasílabo en vez del octosílabo, y el pentasílabo en los quebrados que responden respectivamente a las tres preguntas sucesivas de la primera parte de la composición. Otra novedad consistió en repetir después de esta primera parte los tres pentasílabos indicados y en hacer que sus propios conceptos de lluvia, viento y sombra reaparezcan en el mismo orden en los tres endecasílabos siguientes, además de reunirse en el verso final.

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?
¡lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡viento en la cumbre!
¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?
¡sombra en la cueva!
¡lluvia en el lago!
¡viento en la cumbre!
¡sombra en la cueva!
Lágrimas es la lluvia desde el cielo
y es el viento sollozo sin partida,
pesar la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.








Sherrinford



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