Esteban Echeverría (1805-51), poeta y escritor argentino que introdujo el Romanticismo en su país, publica en 1837 «Rimas», poemario que incluye “La cautiva”, obra en que junto a tradicionales estrofas castellanas emplea otras de su propia invención.
Estas estrofas, en su mayoría, aparte de ser agudas, hacen consonar tres versos seguidos, cosa habitual entre franceses e ingleses, por ejemplo; pero que en castellano raramente o nunca se permite. Al respecto Juan Caramuel en “Rítmica”, Tomo II de su «Primer Cálamo» señala lo siguiente: «Consonar tres versos contiguos constituye pecado venial, pero pecado al fin y al cabo; si los versos son cuatro, el pecado es mortal, y por lo tanto imperdonable».
No obstante ello, hay ejemplos de su uso en castellano, cosa que sucede, por ejemplo, con la octava romántica (Ver en este blog: Estrofas de ocho versos, Estrofas extranjeras).
Ahora, de menor a mayor, veamos las estrofas echeverrianas.
Estrofa aguda de seis versos octosílabos; rima abébaé
Las armas cobarde entrega
el que vivir quiere esclavo;
pero el indio guapo no.
Chañil murió como bravo,
batallando en la refriega:
de una lanzada murió.
Estrofa aguda de siete versos octosílabos; rima aaé:bbbé
Era la plaga que cría
la devorante sequía
para estrago y confusión:
de la chispa de una hoguera,
que llevó el viento ligera,
nació grande, cundió fiera
la terrible quemazón.
Con respecto a esta estrofa cabe señalar que William Wordsworth usó la misma disposición de rimas en su poema “Distressful gift!, compuesto en 1805:
Distressful gift! This book receives
Upon its melancholy leaves,
This poor ill-fated book:
I wrote, and when I reach’d the end
Started to think that thou, my friend,
Upon the words which I had penn’d
Must never, never look.
Si Esteban Echeverría conocía o no este poema compuesto justamente el año en que nació, es algo que no sabremos a ciencia cierta; pero lo cierto es que fue el primero que utilizó su esquema en lengua castellana.
Estrofa aguda de nueve versos hexasílabos; rima ababé:cccé
El pueblo de lejos
contempla asombrado
los turbios reflejos;
del día enlutado
la ceñuda faz.
El humilde llora,
el piadoso implora;
se turba y azora
la malicia audaz.
Ardiendo, sus ojos
relucen, chispean;
en rubios manojos
sus crines ondean,
flameando también:
la tierra gimiendo,
los brutos rugiendo,
los hombres huyendo,
confusos la ven.
Estrofa aguda de nueve versos octosílabos; rima aaaé:bbccé
Calmó después el violento
soplar del airado viento:
el fuego a paso más lento
surcó por el pajonal,
sin tocar ningún escollo;
y a la orilla de un arroyo
a morir al cabo vino,
dejando en su ancho camino,
negra y profunda señal.
Estrofa aguda de diez versos octosílabos; rima abéabé:cccé
El aire estaba inflamado,
turbia la región suprema,
envuelto el campo en vapor;
rojo el sol, y coronado
de parda obscura diadema,
amarillo resplandor
en la atmósfera esparcía;
el bruto, el pájaro huía,
y agua la tierra pedía
sedienta y llena de ardor.
Soplando a veces el viento
limpiaba los horizontes,
y de la tierra brotar
de humo rojo y ceniciento
se veían como montes;
y en la llanura ondear,
formando espiras doradas,
como lenguas inflamadas,
o melenas encrespadas
de ardiente, agitado mar.